sábado, 16 de agosto de 2008

UNA AMISTAD INESPERADA...

Recuerdo hace muchos años durante mi adolescencia cuando llegué a un internado para vivir y terminar mi prepa. No conocía a absolutamente nadie. Me sentí muy solo. Pero había un joven que se interesó en mi. Se presentó, me platicó de la escuela, de las reglas, de las costumbres. Me enseñó todos los edificios.

También se sentó conmigo en la hora de comer hasta que poco a poco yo iba formando amistades con otros alumnos. Su nombre era David Delgado. Después descubrí que David no era un alumno brillante, tampoco era atleta, tampoco cantaba en el coro. Sencillamente era otro estudiante común, pero nada corriente. Tenía el don de fijarse en personas sin amigos y acercarse a ellos y ofrecer su amistad.

Ofrecer tu amistad no mueve a las masas y no produce una utilidad económica, pero cómo impacta la vida de una sola persona. En este caso esa persona fui yo. Creo que son los sencillos actos de amistad que marcan positivamente la vida de una persona.

Cristo ofreció su amistad a Zaqueo, un rico ladrón y él cambió. Cristo ofreció su amistad a Mateo, y a Pedro, y a Juan y otros nueve hombres. Y sus vidas fueron cambiadas para siempre. Ofrecer tu amistad es ser como la persona de Jesucristo. Ofrezca tu amistad a alguien...

Bendiciones para ti esta semana,
Pastor Kenton Marcos Wood