viernes, 22 de octubre de 2010

Sin temor al futuro

Solo tienes que leer el periódico o ver las noticias para recordar que el pronóstico para el futuro de México y el mundo no es muy positivo.  Guerras, enfermedades, corrupción, escasez de agua, contaminación, mala economía...todo da miedo en cuanto al futuro para nosotros y nuestros hijos.

 Pero al final del Salmo 23 el Rey David canta: "Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días."  David dice que toda su vida dos guardianes de Dios lo han seguido, el bien y la misericordia.

¿Cómo puede David decir que el bien lo ha seguido?  Habia sufrido muchas crisis.  Es que David vio como Dios usó todos esos problemas para su bien. Nos enseña a buscar el bien en todo lo que Dios permite en mi vida, cosas buenas y cosas malas. Es una nueva forma de ver la vida.

Misericordia, el otro guardian, es el favor de Dios no merecido. Es cuando no recibimos lo que merecemos...un castigo. Y es cuando sí recibimos lo que no merecemos...perdón, misericordia.  Esta misericordia de Dios se debe a su gracia en nuestra vida.

Pablo dice que no solamente somos salvos por la gracia de Dios, sino que todas las cosas buenas que nos pasan también son por la gracia de Dios.

Si Dios nos ha tratado con bien y misericordia en nuestro pasado, entonces podemos enfrentar con confianza el  futuro, incluso nuestra propia muerte.  Quiere decir que lo mejor está por delante. David se refiere a esto cuando dice: En la casa de Jehová moraré por largos días. 
La noche en que Cristo fue traicionado, confortó a sus discípulos diciendo: "En la Casa de mi Padre hay muchas moradas...voy pues a preparar lugar para vosotros". La confianza era que había un lugar para ellos en el cielo.

Todos nos vamos a morir. ¿A dónde pasarás la eternidad?
 ¿Cómo puede una persona no estar preparada para algo que es inevitable?

El Apóstol Pablo confiadamente declara:  "Así que vivimos confiados siempre, sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor. Pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo y presentes al Señor."  2a Corintios 5: 6-8 

Gracia y Paz,
Pastor Kenton