domingo, 11 de diciembre de 2011

corriendo la carrera de tu vida

Son las olimpiadas de 1968, 20 de Octubre, las 19 hrs en el Estadio Olímpico en la Cd de México. Comienza a oscurecer. Los últimos corredores del maratón han cruzado la línea final.

Una hora antes Mamo Waldi de Etiopía había cruzado la línea para ganarse la medalla de oro de los 42 kms.
Los miles de aficionados comienzan a marcharse de las tribunas cuando se oyen las sirenas de la policía entrando por las puertas del estadio. Una sola figura vestido de los colores de Tanzania entra cojeando. Se llama John Stevens Aquari. Es el último hombre a terminar el maratón.

Su pierna está envuelta en una venda sangrienta. Se había caído muchos kms atrás. Miles de personas se ponen de pie y aplauden mientras completa la vuelta y cruza la meta…

Se le pregunta a Aquari por qué siguió la carrera estando en dolor. Contesto: Mi pais no me envió 5,000 millas para comenzar la carrera, sino para terminarla.
El autor del libro de Hebreos cap 12, vers 1 y 2 dice lo siguiente: Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.. puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él, sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

Dios ha elegido a su pueblo para salvación y para correr la carrera de su vida en esta tierra.  A menudo nos desanimamos, nos cansamos, nos caemos en esta carrera. Pero tenemos ejemplos de personas en la Biblia que a pesar de grandes obstáculos, perseveraron y terminaron bien.

El autor de Hebreos nos dice que debemos quitar todo el pecado que nos estorba, para avanzar.  Dios no nos eligió para comenzar la carrera y luego abandonarla. No, Dios nos escogió para comenzar y para terminar.

Pablo declara en Filipenses 3: 14-15  Hermanos, no mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago; olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está adelante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

¡Siga corriendo la carrera de tu vida que tienes por delante.!
Gracia y Paz,
Pastor Kenton


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